¿Qué pasa cuando muere el Papa? Esa pregunta, que por años pareció lejana o meramente simbólica, se volvió brutalmente real hoy, con la muerte del Papa Francisco. El pontífice argentino, el primero jesuita y latinoamericano, falleció dejando una Iglesia fracturada, un legado ambivalente y muchas preguntas abiertas sobre el futuro del catolicismo.
En medio de este escenario, Cónclave, una película disponible en Prime Video México, cobra una nueva dimensión: ya no es solo una ficción política bien hecha, sino una guía dramática para entender lo que está pasando —y lo que viene— dentro del Vaticano: es una guía dramatizada del ritual más cerrado y enigmático del catolicismo moderno.
La cinta, dirigida por Edward Berger y protagonizada por Ralph Fiennes, se convierte así en un espejo del presente: un retrato claro, incómodo y oportuno del proceso que ya ha comenzado para elegir al nuevo líder de más de mil millones de católicos.
La trama: una ficción construida sobre verdades incómodas
Cónclave, dirigida por Edward Berger (ganador del Oscar por Sin novedad en el frente), adapta la novela homónima de Robert Harris, y lo hace sin temor a exponer las tensiones internas de la Iglesia. La historia sigue a un cardenal ficticio, interpretado por Ralph Fiennes, quien se convierte en una especie de conciencia moral del proceso papal, al tiempo que se ve atrapado en una red de secretos, lealtades divididas y maniobras de poder.
El Vaticano, en esta cinta, no es un templo sagrado, sino un campo de batalla geopolítico con sotanas, donde la fe convive con la estrategia, y donde cada sotana puede ocultar una agenda política.
El corazón de la película es el cónclave: esa ceremonia ultrasecreta donde 120 cardenales con derecho a voto se encierran en la Capilla Sixtina hasta que eligen al próximo Papa. Lo que Cónclave hace brillantemente es mostrarnos cómo detrás del ritual, del incienso y del latín, se esconde una batalla por el futuro ideológico de la Iglesia.
La película arranca tras la muerte del Papa, y nos lleva al interior del cónclave —ese evento que ocurre a puerta cerrada, donde 120 cardenales menores de 80 años se encierran para elegir al nuevo líder espiritual de más de mil millones de personas. A diferencia de lo que muchos creen, no es un acto puramente espiritual ni democrático. El voto es secreto, pero las presiones políticas, los grupos de influencia y los fantasmas del pasado pesan sobre cada decisión. Y eso Cónclave lo retrata con precisión quirúrgica.
Reflexión inevitable: la muerte del Papa Francisco

El Papa Francisco ha muerto. Y con él, se cierra una etapa de la Iglesia que fue tan transformadora como contradictoria. Jorge Mario Bergoglio rompió moldes: vivió en un apartamento en lugar del palacio papal, denunció la corrupción dentro de la Iglesia y abrió puertas al debate sobre temas como la inclusión de la comunidad LGBT, el papel de la mujer y el cambio climático.
Pero también deja pendientes: no logró limpiar a fondo los casos de abusos, evitó reformas estructurales profundas y se enfrentó con tibieza a sectores ultraconservadores que hoy se sienten fortalecidos.
Su muerte no solo deja un vacío espiritual, sino también político. En vida, Francisco fue un contrapeso para las fuerzas más reaccionarias del catolicismo global. Ahora que no está, ese equilibrio se ha roto. Lo que ocurra en el próximo cónclave será una lucha abierta —aunque disimulada— por el alma de la Iglesia.
Francisco ha sido un Papa disruptivo, incómodo para los sectores conservadores, pero también insuficiente para los sectores progresistas. Su legado está marcado por intentos de apertura (como la inclusión de mujeres en ciertos cargos vaticanos y el intento de reforma de la Curia), pero también por silencios incómodos frente a crisis como los abusos sexuales o el rol de la mujer en la Iglesia.
Cónclave no menciona a Francisco por nombre, pero el eco es claro. El Papa ficticio que muere es una figura carismática que dejó heridas y divisiones profundas. La película juega con esa realidad: la Iglesia está rota por dentro, y el proceso de elegir a su nuevo líder no necesariamente la va a sanar.
Cómo se elige un Papa: ritual, estrategia y poder
El proceso papal ya comenzó. Tras la muerte del Papa, se activa el protocolo: luto oficial, cierre del Vaticano al público, funerales solemnes. Después de eso, se convoca a los cardenales electores a Roma. Durante el cónclave, se aíslan del mundo exterior y comienzan las votaciones (que pueden durar días): se requieren dos tercios para elegir al nuevo Papa. Si no se alcanza un consenso, se repite la votación una y otra vez, hasta que el humo blanco salga de la chimenea.
La película muestra eso: los bloques ideológicos dentro del colegio cardenalicio, los enfrentamientos entre reformistas y conservadores, y la presión internacional (aunque tácita) que cae sobre cada decisión. Porque, aunque muchos lo olviden, el Papa no solo es un líder religioso: es un jefe de Estado, un actor geopolítico, una figura que puede influir en la política migratoria de Europa o en el conflicto en Medio Oriente.
Lo más interesante de Cónclave es cómo nos recuerda que la elección de un Papa nunca es inocente. No lo fue cuando eligieron a Ratzinger en 2005 (el favorito de los conservadores). No lo fue cuando eligieron a Francisco en 2013 (una sorpresa que dejó fuera a todos los “papables” más sonados). Y no lo será cuando muera Francisco. Porque no se elige solo a un hombre: se elige una visión del mundo.
¿Dónde ver la película Cónclave en México?
Cónclave ya está disponible en Prime Video México, con doblaje y subtítulos en español. Dura poco menos de dos horas y, aunque es una ficción, funciona como una clase de política vaticana. No necesitas ser católico para entenderla, pero si lo eres, puede que termines cuestionando cosas que dabas por hechas. Si no lo eres, puede que te sorprenda lo mucho que este pequeño Estado influye en la política global.
El futuro del Vaticano: más allá de la ficción
Lo que plantea Cónclave no es una predicción literal, pero sí una provocación necesaria: ¿cómo se elige el poder dentro de una institución que dice no tener ambición por él? ¿Qué sucede cuando la espiritualidad choca con la política, y cuando la fe se usa como ficha de negociación?
La muerte del Papa Francisco no es solo el fin de un pontificado. Es el inicio de una guerra fría dentro de la Iglesia. La división entre conservadores y progresistas que él trató de mediar ahora se vuelve más visible y más feroz. El próximo Papa no será solo un líder religioso: será un símbolo de hacia dónde quiere —o puede— moverse una de las instituciones más antiguas y poderosas del mundo.
Cónclave no pretende predecir el futuro ni darnos todas las respuestas, pero sí nos da el contexto necesario para entender lo que está ocurriendo. Nos obliga a dejar de ver al Vaticano como un símbolo estático, y a reconocerlo como un nodo político global que hoy se encuentra en una encrucijada.
Y si algo nos deja claro esta película, es que la elección de un nuevo Papa no es un acto puramente divino. Es un juego de poder. Y ese juego ya empezó.
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